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Doraemon
Lo has visto por todo el mundo aunque no sepas su nombre. Cuando estás triste y sientes como si el mundo te diera la espalda, ves su cálida sonrisa y puedes sentir su optimismo invadiendo tu cuerpo de repente. Aparece en sellos, diversos juegos, series de TV y casi en todo lo que se ve en Japón. ¿Quién es ese personaje carismático que nos lleva iluminando desde hace más de 30 años? No es otro que Doraemon, el gato cósmico del siglo 22 que prepara el terreno a la humanidad hacia el nirvana.
Doraemon no empezó siendo genial. Un robot defectuoso que fue subastado a una familia que vivía en la mayor miseria, Doraemon sufrió de forma drástica en sus primeros años. Algunos de los dramas que sufría en casa eran hacer de niñera, suspender todos los exámenes en la academia de robots y ver como sus orejas eran arrancadas por un ratón mecánico. Fue un día cuando su familia decidió enviarlo atrás en el tiempo a una misión, unos 250 años atrás en el tiempo, donde vivió un antepasado suyo, en las afueras de Tokio en el año 1969.
La misión de Doraemon es ayudar a Nobi Nobita, el tatara tatara tatara abuelo del amo de Doraemon. Nobita es lo que algunos hubiesen considerado un fracasado habiendo heredado todos los peores rasgos de sus padres. Incapacitado para los estudios y para los deportes, Nobita solo es bueno disparando lo cual ni siquiera es útil en la sociedad japonesa. Por eso termina siendo un fracasado en el futuro. Doraemon es enviado desde el futuro para ayudarle a tener éxito.
Parece irónico que un robot defectuoso ayude a un niño fracasado pero el duo consigue triunfar siempre. Aunque Doraemon es capaz de salirse al paso en cada situación, a veces se mete en líos y hace que las cosas vayan peor. Pero al final, los problemas se solucionan y Doraemon vuelve a ser el robot al que envidiamos, el gato que puede llegar dentro de su cuarto bolsillo dimensional en su ombligo y producir esa miríada de maravillosos gadgets así como solucionar todos los problemas por si solo.
Doraemon es más que un robot que puede solucionar casi todos los problemas de la vida con sus maravillosos gadgets. Si has visto algún episodio de Doraemon entenderás lo que quiero decir. Además de ver los lados positivos de la vida, Doraemon es amable y comprensivo. Cada vez que Nobita llega a casa llorando porque le han pegado en el colegio, Doraemon escucha sus problemas y le ayuda en cada situación. Doraemon también es capaz de captar todas las emociones humanas, desde ira hasta venganza, de felicidad a simpatía, y por todo esto nos sentimos identificados con él porque sus emociones son causadas por razones comprensibles. De hecho, sus reacciones son similares a las que tendríamos nosotros.
Por ejemplo, en uno de los episodios, Nobita es perseguido por un perro callejero y sin pensarselo dos veces Doraemon se tira contra el perro para defender al indefenso Nobita. Una valentía así está dentro de cada uno de nosotros y la mayoría de nosotros puede sentirse identificado con Doraemon.
Doraemon es más que una cara bonita, a diferencia de Hello Kitty. Personajes animados como Hello Kitty que parece que beban té toda su vida y no sirvan para nada más que para ser bonitos y actuar como niñas. En comparación, Doraemon es el amigo perfecto que todos queremos y que tiene todas las mejores cualidades: ser capaz de solucionar problemas, ser valiente, optimista, y lo más importante, se puede confiar en él, por eso tiene tanto éxito. Son esas cualidades las que juntan a un hombre de 70 años con un chico de 17 y hace que puedan hablar durante horas, porque tienen todo lo que nosotros más o menos deseamos tener. Doraemon será siempre recordado por sus cualidades, no solo por su cara bonita.
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¿es un gato? ¿es un mico? ¿es Doraemon?
Doraemon en un envoltorio de una chocolatina japonesa. Doraemon no es solo famoso en Japón sino en todo el mundo.
Imagen de la serie.
Los comics manga de Doraemon se publican en todo el mundo en idiomas como japonés, chino e inglés.
Fans japoneses disfrazados de Doraemon.
La firma de su autor ( Mr Fujiko )
Doraemon presente en el festival japonés Hakata.
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